Caminamos de forma inexorable hacia el final del curso escolar. En apenas 30 días terminarán las clases y las vacaciones abrirán su gran abanico de posibilidades para la chavalada.
El fin del curso en los colegios y en el instituto llega siempre con una mezcla de emociones que parecen bailar juntas en el aire. Los pasillos, que durante meses vibraron con risas, charlas y el bullicio de los estudiantes, se irán vaciando poco a poco, dejando un silencio que parecerá más pesado de lo habitual. Los alumnos de bachillerato, en su último año, sienten cómo el tiempo se les escapa entre los dedos, y cada despedida se convierte en un pequeño acto de nostalgia. La Prueba de Acceso a la Universidad espera.
En los días previos a la graduación, prevista para el 6 de junio, las aulas se llenan de detalles: fotos, mensajes de despedida y pequeños obsequios que los amigos intercambian como símbolos de un tiempo compartido. Es un momento de reflexión, de recordar anécdotas y de agradecer a profesores y compañeros por los momentos vividos. La emoción se nota en cada mirada y en cada sonrisa tímida, mientras algunos ya imaginan el próximo capítulo de sus vidas.
Las calles de Peñaranda de Bracamonte también parecen acompañar esta despedida, con los jóvenes paseando, compartiendo planes y sueños, sabiendo que están culminando un ciclo importante. La comunidad, orgullosa y emocionada, celebra el logro de estos estudiantes que, con esfuerzo y dedicación, han llegado hasta aquí.
Y así, entre lágrimas de alegría y un poco de incertidumbre, los alumnos peñarandinos cerrarán un capítulo y abrirán otro, listos para afrontar nuevos horizontes, con la esperanza de que las vivencias de estos años les acompañen siempre.
Bueno, ala, hasta otro día. Higinio Orgaz
