Hola, Miguel.
Hoy te traigo una propuesta algo diferente: dejemos que cada uno sea su propio superhéroe.
En las películas de ciencia ficción, los superhéroes solo actúan cuando hay dificultades que superan las capacidades de los ciudadanos normales. En esos momentos, los Supermán, Capitán América, Spiderman y compañía, sacan a relucir sus particulares capacidades para salvar al mundo.
No hay superhéores si no hay dificultades a las que enfrentarse.
Hoy en día, la tendencia del ser humano parece que es sobreproteger, tanto a sí mismo como a los demás. Si no permitimos que nuestros jóvenes, nuestros familiares y nuestros amigos se enfrenten a las dificultades que presenta toda vida, no podrán descubrir el poder que tienen, que no es otro que la capacidad de aprender y adaptarse.
Si peleamos las luchas de los demás nosotros mismos, entonces estamos haciendo un deshonroso favor a los demás: les estamos inmunizando contra una enfermedad que no tiene cura: la dureza de la vida.
No es más sano quien menos heridas tiene, si no quien ha aprendido a curarse y a permitir que cicatricen y se ha ido inmunizando contra la injusticia, el dolor o la vanidad a base de saborearla en dosis asumibles.
Dejemos que nuestra gente pelee sus batallas; pero estemos a su lado para acompañarlos, desde la confianza y el cariño.
Manu Albarrán