«Esas semanas pueden ser la ocasión para alimentar una fe que parecía dormida»

El sacerdote diocesano reflexiona en la firma invitada del día sobre la vida de las comunidades rurales durante estas semanas de verano
28 de julio de 2025 - 1:55 pm

Todos podemos constatar como en cualquier parroquia de nuestros pueblos de Castilla, de lo que ahora se denomina la “España vaciada”, la vida transcurre tranquila durante la mayor parte del año. Los vecinos, en su mayoría mayores, mantienen viva la fe con la misma devoción que heredaron de sus padres y abuelos. Las campanas de la iglesia siguen convocando a la comunidad para reunirse en torno a la misa, como se ha hecho siempre. En muchos lugares es el momento de la semana en el que los vecinos se encuentran, comparten sus preocupaciones y las noticias familiares. Así, la parroquia se convierte en un espacio de encuentro donde la fe se mezcla con la vida cotidiana.

Con la llegada del verano, el paisaje cambia: las calles se llenan de visitantes y los bancos de la iglesia se ocupan con caras nuevas. Los turistas, atraídos por la belleza arquitectónica del templo, su patrimonio y su historia, descubren también la calidez de una comunidad que acoge con generosidad. Muchos quedan impresionados no solo por la piedra y las obras de arte, sino por la espiritualidad viva que aún se respira en el lugar, especialmente durante la celebración de las fiestas patronales. La parroquia se convierte así en testimonio de una fe que no se ha perdido.

Durante las vacaciones, los nietos regresan al pueblo y acompañan a sus abuelos a misa, reviviendo gestos que creían olvidados. Las oraciones compartidas, los cantos tradicionales y las procesiones los llevan a muchos a recordar su niñez. Esas semanas pueden ser la ocasión para alimentar una fe que parecía dormida. Un momento en que se renueva y reclama la tradición.

Pero ¿no sería mejor que descubriéramos la sencillez de la fe vivida por los que aún la celebran durante todo el año?, ¿no sería bueno que reconociéramos en los edificios y las obras de arte la expresión de la fe de nuestros mayores? Porque a través de su testimonio se recuerda que la fe no es solo doctrina o tradición, sino memoria viva. Así, el templo no es solo un lugar turístico, sino una casa que acoge a todos con un mensaje de esperanza.

Al finalizar el verano, el pueblo recupera su calma, pero queda en muchos el eco de lo vivido. Algunos pueden marcharse con buenas fotografías, otros con un recuerdo grato de la infancia, pero también algunos con preguntas sobre su propia fe celebrada en estos días. Los abuelos sonríen al ver que sus nietos han compartido y experimentado lo que ellos mismos habían recibido.

Hoy las parroquias de nuestros pueblos, entendidas por algunos como edificios en los que se conserva obras de arte, siguen siendo un faro de la fe heredada y vivida en las personas que forman cada comunidad.

Ciriaco García Martín.

EN DIRECTO

PUBLICIDAD

Regístrate en nuestra newsletter

Confirma tu suscripción y recibe las noticias más importantes de la semana