Antonio GarcíaEl ego distorsiona la realidad. Es curioso ver como según vamos viviendo, el ego de las personas que tenemos alrededor y el nuestro propio va variando enormemente. Hay veces que somos egocéntricos y lo tenemos por las nubes y veces que nos creemos incapaces para solucionar cualquier contratiempo o problema. Por supuesto, como en cualquier ámbito, lo ideal es el equilibrio.
En estos días, tener el ego por los suelos es cada vez más común en algunos jóvenes. Quizá uno de los motivos es la exposición que existe a las redes sociales. Nos llegan miles de estímulos que nos hacen creer que nosotros mismos y nuestras vidas son insuficientes. En las redes todo es genial, todos los cuerpos son perfectos y bellos creando estándares y prototipos que parece que hay que seguir para encajar. Por ello, crea una baja autoestima. También nos pueden llegar a hacer sentir que tenemos una vida que no es plena. Constantemente nos llegan anuncios de ropa, de artículos, de viajes, de casas, de cualquier cosa que llega a nuestros ojos y si no disponemos de ella, sentimos la necesidad de tenerla, con el evidente peligro que ello conlleva, que es constantemente sentir que nuestra vida no nos satisface de ninguna manera.
Por otro lado, las personas con mucho ego restan a nuestro ámbito y a nuestra sociedad humildad y solidaridad. Pienso que con mucho ego no hay nada que te haga cambiar tus opiniones, ni a nivel familiar ni tampoco a otros niveles. Por supuesto, con un alto ego se distorsiona la propia realidad de cada persona, te alejas de ti mismo y resulta mucho más complicado conocerse realmente.
Encontrar el equilibrio, nos llevará toda la vida.
