«Llenarlo de flores, engalanarlo, procesionarlo, y, por último, abandonarlo hasta la Semana Santa del año que viene»

Comienza la Semana Santa con el Domingo de Ramos. Como entonces, hace miles de años, el pueblo se dispone a recibir al Maestro, elevarlo a los altares, llenarlo de flores, engalanarlo, procesionarlo, y, por último, abandonarlo hasta la Semana Santa del año que viene Pocos seran los que durante el año se queden como Juan, como su Madre,  como María Magdalena, como Simón el Cirineo, como la Verónica o como el ladrón bueno crucificado a su lado. Pocos eran, pues casi todos, incluso los más allegados, incluso Pedro le abandonaron. Así es la Semana Santa, así la hemos conformado y
14 de abril de 2025 - 1:55 pm

Comienza la Semana Santa con el Domingo de Ramos.

Como entonces, hace miles de años, el pueblo se dispone a recibir al Maestro, elevarlo a los altares, llenarlo de flores, engalanarlo, procesionarlo, y, por último, abandonarlo hasta la Semana Santa del año que viene

Pocos seran los que durante el año se queden como Juan, como su Madre,  como María Magdalena, como Simón el Cirineo, como la Verónica o como el ladrón bueno crucificado a su lado.

Pocos eran, pues casi todos, incluso los más allegados, incluso Pedro le abandonaron.

Así es la Semana Santa, así la hemos conformado y así la vivimos.

 Salimos al encuentro de las imágenes, las ensalzamos, las engalanamos, la llenamos de flores, de luces y saetas, para luego, la inmensa mayoría olvidarlas, hasta el año que viene.

Porque sólo existe lo que considero y siento que existe. Lo demás es pura imposición. Este egocentrismo autoreferenciado en que se ha convertido la vida: «Es lo que siento, no hay más»

Y ahora, sigue tu sentimiento, tu dios, tu pequeño y simple Becerro de oro al que adoras. Mientras el sigue en la Cruz esperándote.

Julio De la Torre

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