Hola Miguel, paradójicamente voy a hablar del silencio. Parece que a veces incomoda y que evitamos estar callados y calladas para no crear ese momento, que en ocasiones se siente hasta tenso. Pocas veces estamos realmente en silencio. Coches, el móvil sonando, la tele de fondo sin que la estemos viendo, las teclas del ordenador, conversaciones lejanas… A veces, el ruido también viene desde nuestra mente: reproches, ochocientas cosas por hacer, preocupaciones…
Quizá, en este presente sobreestimulado, los lujos ahora sean precisamente cosas sencillas, como un silencio con fondo, en el que reposar, un silencio habitado. No es ninguna tontería, el silencio nos lleva al aquí y al ahora. De hecho, nos deja a solas con nosotros mismos, frente a nuestros miedos, y seguramente, sea ese silencio donde mejor podamos enfrentarlos.
Lo curioso, es que, en momentos donde puede haber silencio, no sabemos qué hacer con él: abrimos el móvil a ver un segundo las redes sociales, recetas que nunca haremos, hablar del tiempo que va a hacer hoy… Callémonos un poco, pulsemos botón off, ademas, estando en silencio, igual nos acordamos dónde hemos puesto las llaves que hemos perdido o se nos ocurre alguna buena idea.
Estaría bien crear más momentos así y apagar el ruido. Incluso, en grupos, que con tantas ganas de hablar, a veces, nos olvidamos que el mensaje más importante, llega cuando estamos callados.




