Septiembre huele a vuelta al cole. A mochilas nuevas, a estuches recién estrenados, a cuadernos en blanco esperando ser llenados de historias. Huele a uniforme planchado, a madrugones que vuelven a sonar en el despertador, a pasillos llenos de reencuentros y a nervios por lo desconocido.
Es volver a organizar horarios, a poner rutinas, a ajustar agendas. Volver a los deberes, a las actividades, a las carreras de un lado a otro. La vuelta al cole es eso: cerrar el paréntesis del verano y empezar otra etapa.
Pero si lo pensamos bien, la vida no es tan distinta. Septiembre nos coloca a todos en esa misma línea de salida. Nos invita a empezar de nuevo, a ponernos metas, a estrenar proyectos, a escribir páginas en blanco. Y aunque el calendario diga que el año empieza en enero… muchos sentimos que el verdadero comienzo llega ahora, en septiembre.
Porque septiembre tiene esa mezcla de nostalgia por lo que dejamos atrás y de ilusión por lo que viene. Es un mes que nos enseña a mirar hacia adelante con esperanza, a recordar que siempre hay segundas oportunidades.
Porque cada septiembre nos recuerda que siempre hay oportunidades para recomenzar. Para dejar atrás lo que no funciona, para abrir espacio a lo que sí. Y que, al final, todos seguimos siendo un poco esos niños con mochila nueva, con nervios en la tripa y con ilusión por lo que está por venir.
Arancha Jiménez