Algunos hace un mes y otros apenas una semana, los alumnos que este año han terminado sus estudios de 2º Bachillerato, se han enfrentado a la famosa PAU. PAU, EBAU o “Selectividad” son diferentes términos con una misma definición: examen que permite a los estudiantes acceder a los estudios universitarios con los que siempre han soñado o que, por el contrario, y muy lícito también, en el último momento han elegido. Una prueba que determina si el alumnado es competente y está preparado para cursar un grado de enfermería, magisterio o ingeniería informática.
Pero ¿es realmente una prueba objetiva que demuestra si un alumno está cualificado para ser enfermero o una alumna ingeniera? Algo muy cuestionable teniendo en cuenta que tanto el tipo de examen como el nivel de dificultad difiere mucho de unas comunidades a otras. En consecuencia, un alumno puede estar capacitado para ser médico en Valencia, pero no en Salamanca. Curioso cuando menos.
Miedo, presión, estrés o incertidumbre son sentimientos que evoca esta prueba en los alumnos desde que comienzan Bachillerato. En muchas ocasiones, el querer llegar a la meta consiguiendo el mejor puesto posible les impide disfrutar del camino, de los momentos y experiencias vividas junto a sus compañeros y amigos. ¿Será esto un símil de la vida?
Y quizás los docentes tengamos mucho que ver. Presionados por la carga burocrática o por la imperiosa necesidad de cubrir el temario, nos olvidamos de disfrutar también de este viaje. Porque es esencial transmitir a los alumnos la importancia del trabajo y del esfuerzo, pero también el valor de aprender y amar lo que hacemos.
Para terminar, una reflexión para aquellos que cierran una etapa y se disponen a descubrir nuevos horizontes: Estáis a punto de comenzar a escribir un nuevo capítulo en el libro de vuestra vida. Aprovechadlo. Y si os dais cuenta de que os habéis equivocado, no os preocupéis, la vida os ofrecerá muchas oportunidades para intentarlo de nuevo. Por ahora, disfrutad del que sin duda será el mejor verano de vuestra vida.
