Pasará mucho tiempo

La solidaridad es uno de los valores imprescindibles en el ser humano y desde el pasado 29 de octubre se ha desbordado en la sociedad española. Miles de voluntarios sin más armas que sus dos manos y unos pocos utensilios no dudaron en acudir a la llamada de socorro de Valencia. Peñaranda no podía quedarse al margen y varios camiones salieron para Levante con productos de primera necesidad y un puñado de vecinos de la ciudad y de su comarca viajaron hasta la zona de la catástrofe para intentar paliar la situación de desamparo de los valencianos. Y digo desamparo, porque las administraciones públicas han fallado, el sistema ha fallado y, lejos de reconocerlo, los políticos se dedican a echarse las culpas los unos a los otros. Me da igual del partido que sean, todos son culpables necesarios en la situación de caos y desamparo vivida por miles de personas en Valencia. El nivel de nuestra clase política es ínfimo y, sólo, aunque sólo sea por vergüenza debería apartarse de la gestión pública, porque demostraron que no tienen aptitud ni responsabilidad para afrontar una catástrofe de estas características. Mención aparte están las confederaciones hidrográficas, mastodontes burocráticos con procedimientos del siglo XIX, que no están a la altura de lo que exige la sociedad en este siglo XXI. La DANA se llevó por delante vidas, coches, casas, negocios y lo más importante… la ilusión y la esperanza de los afectados. Pasará mucho tiempo hasta que una de las zonas industriales más importantes de Valencia vuelva a recuperar su normalidad y los damnificados necesitan la ayuda de todos, pero que todos remen en la misma dirección y aparquen las diferencias por el bien común, que es para lo que los hemos votado.