Arancha JiménezEn la era actual, nos hemos acostumbrado a tener todo de inmediato. Se podría decir que vivimos en la generación del ya, que con un simple clic, tenemos acceso a todo, a productos, información e incluso a servicios, y todo nos llega en cuestión de minutos. Pero esto tiene un precio: hemos perdido la paciencia.
Lo tenemos claro, la tecnología ha cambiado nuestras vidas, estamos constantemente conectados entre nosotros y nos ha facilitado la vida en muchos otros aspectos, pero también ha mostrado que hay cosas se pueden tener en el mismo segundo que se piden. Estamos en una sociedad donde se quieren respuestas rápidas, entregas exprés y soluciones a problemas. Y es que nos hemos acostumbrado tanto a esa inmediatez, que cualquier tardanza, puede provocar frustración.
La paciencia ha quedado a un lado. Las esperas se ven como inconvenientes, sin pensar que pueden ser oportunidades para desear aún más las cosas o sentirlo como un simple aprendizaje. Con esta rapidez, se nos está olvidando que las cosas importantes de la vida requieren de esfuerzo y de tiempo.
Lo importante es encontrar un equilibro en esta era de lo inmediato. Saber que la tecnología nos da muchas cosas buenas, pero también recordar lo importante que es tener paciencia. Tener la capacidad de esperar y entender que no se puede tener todo cuando se quiere nos ayudará a vivir la vida de una forma mucho más sana.
