Un cambio de mirada ante lo rural

Los agricultores y ganaderos del medio rural están atrapados en una red de intereses económicos y políticos que se traducen en pobreza para los que producen y en riqueza para los especuladores. A esta situación hay que añadir el populismo de los que utilizan y manipulan a la gente del campo exclusivamente en tiempo de elecciones para después olvidarse de ellos y abandonarlos a su suerte. Para muchos la España vaciada no es un problema sino la consecuencia normal y razonable del proceso económico que nadie controla y que tiende a que la actividad económica se concentre en aquellos lugares en los que se consigue una mayor productividad y rentabilidad.

Ahora bien, es un error apostar el futuro de nuestros pueblos al beneficio económico porque hay realidades imprescindibles para la vida que quizás no sean rentables pero que desde luego son necesarias para un equilibrio territorial sostenible a corto y medio plazo. La despoblación en el mundo rural y la superpoblación en las grandes ciudades supone una pérdida de calidad de vida y de servicios para unos y para otros. Mientras el campo sufre la soledad y el abandono las grandes ciudades padecen la masificación y la contaminación. Urge, por tanto, una economía que sitúe en el centro a las personas y se oriente a su servicio. Eso significa priorizar maneras de vivir comunitarias donde las relaciones humanas y los seres humanos sean más importantes que el dinero y la posición social. Mientras la mirada no cambie no cambiará la situación. 

Mucho ánimo a nuestros agricultores y ganaderos que como indica nuestro obispo Don José Luis en su carta de Cuaresma «merecen ser atendidos en sus justas reivindicaciones» pero mucho me temo que mientras sean dirigentes de las ciudades, que desconocen la realidad del campo, los que imponen sus normas a la España vaciada, el mundo rural tiene pocas posibilidades de salir adelante. El problema es más profundo de lo que se demanda y lo que se ofrece.

¡Buenos días!