«Mil veces gracias, a los que hacéis que este pueblo siga respirando»

Esta peñarandina experta en marketing y del derecho reflexiona en la firma invitada del día sobre la situación de Peñaranda en agosto
31 de julio de 2025 - 1:55 pm

Tengo casi 26 años, he estudiado Derecho y ADE. He vivido en otras ciudades, he viajado, he aprendido mucho… pero si hay algo que me define, algo que llevo grabado en la piel, y que me acompaña siempre allá donde voy es: que soy de Peñaranda de Bracamonte.

Hoy quiero comenzar hablando de Peñaranda en agosto. Y es que, cuando este llega, Peñaranda se transforma y se llena de vida. Vuelve el bullicio a sus plazas, los paseos tan nuestros por los soportales, las fotos de generaciones enteras en el Templete, las terrazas llenas, los vermús que se alargan, las cenas al aire libre, los reencuentros con nuestros amigos de toda la vida y con los vecinos que nos vieron crecer… y cómo no, las esperadas Ferias y Fiestas. Vuelve la vida de verdad, la que se saborea. Y, sobre todo, vuelve la gente a sus calles. Vuelven los que se marcharon por estudios o por trabajo, o los que vienen solo unos días. Porque volver a Peñaranda no es solo volver a un lugar. Es volver a casa. Es ir a comprar y que la persona que te atienda sepa tu nombre.  Es llegar a un bar y que te pregunten: “¿Lo de siempre?”. Es volver a tus raíces. Y eso, hoy en día es un lujo.

Pero mientras algunos vamos y venimos, hay quienes están aquí todo el año. Y precisamente, sin ellos no habría verano que celebrar. Por eso, gracias, mil veces gracias, a los que hacéis que este pueblo siga respirando. A los hosteleros que abren cuando aún no ha amanecido y que cierran cuando ya nadie mira; a los comerciantes que pese a las dificultades aún mantienen encendida la luz del comercio local, y por supuesto, a aquellos valientes que lo intentaron, aunque no puedo ser; a los que emprenden; a los autónomos que lo arriesgan todo por seguir adelante, a nuestras industrias; a nuestros agricultores y ganaderos, a los que trabajan de sol a sol y a los que lo hacen cuando la gran mayoría duerme; a los que resisten aunque el frío cale y la plaza esté vacía, a los que limpian las calles aunque no haya nadie. A los maestros; a los sanitarios; a los trabajadores municipales; a los que velan por nuestra seguridad; a los voluntarios que dedican su tiempo sin pedir nada a cambio; a quienes hacen que el pueblo funcione, incluso cuando nadie los ve. Gracias a quienes eligen Peñaranda como lugar para formar una familia; a los jóvenes que quieren intentarlo aquí y a los abuelos que abren la puerta de su casa cada verano con una sonrisa. A los que apuestan por quedarse y sostener el alma de Peñaranda. Y aunque he nombrado a muchos, sé que me dejo a muchísimos más.  Por supuesto, gracias indudablemente también a los que ya no están, pero que dejaron huella. A todos, gracias. Porque un pueblo no se mantiene solo, se sustenta gracias a muchas personas que trabajan en silencio, con esfuerzo y con amor por su tierra. 

Además, quiero destacar algo muy importante: para que Peñaranda brille y esté viva en Agosto… hay que cuidarla en enero. Es por eso que, hoy, más que nunca, tenemos que proteger a quienes mantienen Peñaranda. 

Sin embargo, últimamente, han bajado demasiadas persianas de diferentes negocios. Y a veces da miedo pensar: “¿y si no vuelve? ¿Y esa calle ya nunca será lo que fue? Y eso duele. Pero no todo está perdido. Peñaranda, mi pueblo… Un pueblo que ha sabido resistir siglos de historia también puede volver a levantarse. ¿Cómo? Empezando por lo más pequeño y fundamental: apoyar nuestro comercio, nuestra cultura, nuestra gastronomía, nuestras tradiciones, nuestro día a día. Comprar en nuestras tiendas, escuchar nuestras historias, defender lo nuestro. Porque cada vez que hacemos esto, estamos diciendo: “Quiero que Peñaranda no se apague”.

Porque todavía estamos a tiempo. Si entendemos que comprar aquí no es solo hacer una simple compra: es sostener una silla, una luz encendida, una historia que sigue escribiéndose. Si dejamos de pensar que lo de fuera es mejor. Si elegimos lo cercano. Si apostamos por lo nuestro como un acto de amor. 

Y no solo Peñaranda, porque Peñaranda no está sola. Peñaranda también late gracias a cada pueblo que la rodea. A esa comarca que viene cada semana a su mercado, a sus comercios, a sus bares. Si ellos se apagan, Peñaranda también lo hace. Así que también hay que cuidarlos a ellos y a su gente. Porque Peñaranda necesita una comarca viva. 

En definitiva, se trata de volver a creer. De apoyar a los de siempre y de dar oportunidades nuevas. De dejar espacio a quien quiere intentarlo y no dejarle solo. Porque un pueblo no se muere cuando cierra un negocio. Se muere cuando nadie lo defiende. Cuando dejamos de mirarlo con cariño, cuando dejamos de volver. Y Peñaranda… no merece eso. Merece que volvamos, que apostemos, que no nos olvidemos de todo lo que nos dio y nos da. La responsabilidad es de todos. De los que viven aquí, y de los que vienen cada verano con las maletas llenas de nostalgia. Porque tener pueblo es un privilegio. Un regalo que no deberíamos dar por hecho. 

Así que este agosto, volvamos. Volvamos con alegría, con respeto, con gratitud. Y cuando el verano se acabe… sigamos ahí. Apoyando, sosteniendo, cuidando. Peñaranda nos está esperando. Como siempre. Con las puertas abiertas… y el alma encendida. 

Peñaranda, que más que un lugar… es un pedazo de corazón.  Peñaranda no es solo un rincón del mapa. Es hogar. Es refugio. Es herencia. Es futuro. 

¡Felices fiestas a todos! ¡Y viva Peñaranda y su comarca!

Beatriz de Castro Bermejo

EN DIRECTO

PUBLICIDAD

Regístrate en nuestra newsletter

Confirma tu suscripción y recibe las noticias más importantes de la semana