Mañana se celebra, aparte del día del Libro y San Jorge, el día de Castilla y Leon. Se hace en conmemoración de un hecho particular y que cuenta con bastante debate. Tras los Reyes Católicos llegó al trono en 1516 el nuevo rey, su nieto Carlos V, que fue proclamado emperador en 1519. Era un momento de inestabilidad ya que Castilla estaba gobernada por Juana, y según se cuenta era incapaz. Carlos por lo tanto fue proclamado rey habiendo una reina legítima, por lo que ya el tema empezó convulso.
El nuevo monarca era el primero de la dinastía de los Austrias y procedía de Flandes, zona muy rica y de gran importancia comercial, actual Bélgica y parte de Países Bajos. Esta zona en la época era parte de la monarquía hispánica. Carlos ademas por parte de padre tenía posibilidad de acceder al trono imperial, por lo que tenía grandes aspiraciones más allá de las fronteras españolas. Tardó más de dos años en venir a España, no mostró interés por proclamar cortes como era normal al inicio y además no hablaba prácticamente castellano. El colmo fue que traía como consejeros y altos cargos públicos a gente de su confianza y de Flandes. Los castellanos le veían como un monarca dedicado más al extranjero que a Castilla y temían que descuidase su territorio, el núcleo del reino, tanto en población como sobre todo en carga fiscal.
Por estas cuestiones estalló el movimiento comunero de Castilla. El rey reúne a las Cortes pero se vuelve a marchar a Alemania y tras ello, Toledo se declara en rebeldía, y la insurrección se expande a otras ciudades creándose Juntas como en Ávila o Tordesillas. Salamanca fue una de las ciudades ‘comuneras’. El 23 de abril de 1521 las tropas comuneras organizadas tras estas juntas sufren una aplastante derrota en Villalar y sus jefes (Padilla, Bravo y Maldonado) son ejecutados.
La cuestión de debate es que lo que sucedió con los comuneros se ha mitificado y se ha usado políticamente mucho, tanto por liberales, que lo consideran como un precedente de ataque al absolutismo, por nacionalistas, que lo consideran una rebelión de Castilla por vulnerar sus intereses y sufrir un menosprecio que sigue teniendo, como por republicanos o sectores populares, así como el sector neutral que simplemente lo considera el día de su comunidad.
¿Fue entonces una revuelta campesina, una revolución burguesa o un precedente de nacionalismo? La realidad es que fue una revuelta de nobles que querían recuperar los cargos y la posición institucional perdida con Carlos en favor de los flamencos y que les perjudicaría en la cuestión lanera. Alcanzó cierto eco en el campo y en el pueblo, que más que sentirse excluido o desamparado por su rey lo que sentía es una gran carga de impuestos que sostenían la mayor parte del imperio y por ello esas quejas, que se llegaron a transformar incluso en revueltas contra los nobles que los dominaban. A partir de estos hechos, cada uno que lo interprete como desee.
Por mi parte, me parece un día precioso en el que merece la pena pasarse por Villalar o simplemente charlar sobre la situación e historia de nuestra comunidad. También, fuera de nacionalismos, un día para reivindicar algo de atención a nuestro territorio y a la gran cantidad de problemas con los que cuenta.
Por mi parte, este día me hace pensar en el lugar en el que vivimos. Una tierra pausada, fuera de un mundo lleno de ruido, de atascos y de prisas. Una tierra con memoria viva. Con pueblos que no gritan ni usan su historia para dividirnos pero que no la olvidan. Una tierra llena de tradiciones de inmenso valor que nunca se pierden. Castilla y León no necesita adornos, su belleza está en lo sobrio y lo sencillo. Castilla y León vive en la contemplación de un paisaje que parece callado, pero nos sigue hablando desde lo más profundo de nosotros mismos. Una tierra de la que Machado algún día se enamoró. En su bolsillo, tras su muerte en el exilio, se encontraron un famoso trozo de papel, cuyos versos bien nos pueden resonar mañana y a cada uno le harán divagar: ‘estos días azules y este sol de la infancia’. Feliz día de Castilla y León!
