«Es tierra de palabras propias, de expresiones que quizá no aparecen en la RAE»

La periodista peñarandina comenta que «cada palabra charra, es también un pedacito de Salamanca que llevamos siempre con nosotros»
3 de octubre de 2025 - 1:25 pm

Cuando hablamos de Salamanca, lo primero que se suele decir es que se habla uno de los “mejores castellanos”. Pero quienes vivimos aquí sabemos que también es tierra de palabras propias, de expresiones que quizá no aparecen en la RAE… pero que son tan nuestras como la Plaza Mayor o el hornazo.

En muchos pueblos, por ejemplo, no se dice que alguien ha cerrado la puerta, sino que “la ha candado”. Tampoco se señala un lugar con precisión: basta con un “paquí, pallí o pahí”, que, aunque poco exacto, siempre acaba situando a cualquiera.

Si se rompe un vaso, no se “tira al suelo”, se dice que “se cayó” o “lo caímos”. Y cuando alguien sueña, lo expresa con un “me soñé”, como si el sueño fuera una experiencia activa. El clima también ha dejado huella en nuestro vocabulario. En la sierra, cuando las heladas pintan de blanco los árboles, hablamos de cencelladas; y cuando aprieta el frío, no falta quien diga que va a sacar el chambergo.

En el día a día tampoco faltan palabras que nos distinguen. Aquí no se comen chucherías: aquí son galguerías. Y en las ferias no montamos en coches de choque: aquí subimos a los coches chocones. Son pequeñas diferencias que nos hacen únicos… y lo mejor es que entre nosotros siempre nos entendemos.

Estas particularidades, que pueden parecer simples curiosidades, forman parte del acervo cultural de Salamanca. Nos recuerdan que la lengua no es solo un vehículo de comunicación, sino también un reflejo de la forma de ser de sus gentes.

Porque en Salamanca, tanto en la capital como en el último rincón de la provincia, hablar es también vivir. Es reconocernos en nuestras palabras y compartir una identidad común. Al fin y al cabo, hablar “a la charra” es mucho más que hablar: es recordar quiénes somos, de dónde venimos y cómo sentimos esta tierra.

Y quizá por eso, cada palabra charra, es también un pedacito de Salamanca que llevamos siempre con nosotros.

Arancha Jiménez

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