Ya está aquí el verano. Se han acabado las clases, los días son más largos, el calor ya aprieta, vuelven las tardes de piscina, las noches de paseos, las fiestas de los pueblos, las calles llenas de gente, las vacaciones, …
También vuelven esos amigos que se despidieron en septiembre con un “hasta el verano que viene” y sin darnos cuenta, ya ha pasado un año.
Es verdad que con el paso de los años, el verano lo vas viviendo de manera diferente a cuando estabas en el colegio o en el instituto. En ese momento nos quejábamos sin motivo, lo teníamos todo y no éramos conscientes. Ahora lo vemos con otros ojos, con trabajo, con responsabilidades, con la rutina, con esa sensación de que el tiempo vuela. Pero aun así sigo pensando que es una estación del año que trae magia.
El sol nos da otros ánimos. Que anochezca a las diez de la noche da una felicidad que no sé explicar, pero qué se nota. Y aunque la rutina continua en estos meses, en verano no sienta igual. Apetece hacer planes, romper un poco con lo de siempre, salir de la zona de confort. Y es que este tiempo siempre acaba dando reencuentros, fiestas y alguna que otra celebración.
El verano nos recuerda que la vida son etapas, que los finales siempre traen principios. Y aunque a veces, cuando termina, parezca que el siguiente verano queda muy lejos… siempre vuelve.
Por eso, deja que estos días de verano fluyan. No corras tanto, que la vida pasa deprisa y cuando menos lo esperas, ya no estás en el colegio soñando con las vacaciones. Disfrutemos de este tiempo y que cada atardecer nos recuerde que aún nos queda mucho tiempo para disfrutar, para empezar de nuevo y para sentirnos vivos.
Arancha Jiménez
