Peñaranda de Bracamonte se erige como un testimonio vivo del legado espiritual y cultural de Santa Teresa de Jesús. Aunque su paso por la villa fue breve, en tránsito hacia sus fundaciones, su influencia dejó una huella profunda y perdurable en la historia de la localidad.
Ese paso fugaz por Peñaranda marcó el inicio de una relación que, con el tiempo, se haría permanente.
Un siglo después, esta relación se consolidó con la fundación del Convento de las Madres Carmelitas Descalzas por don Gaspar de Bracamonte y Guzmán, conde de Peñaranda y virrey de Nápoles. Movido por su devoción a Santa Teresa y en cumplimiento de una promesa hecha durante una grave enfermedad. Don Gaspar dotó al convento de una impresionante colección de arte barroco napolitano y nacional. Entre las obras destacan lienzos de Luca Giordano, Andrea Vaccaro, Guido Reni, Alonso del Arco y Lorenzo Villa, así como esculturas y relicarios de gran valor artístico y espiritual.
El convento, más allá de su riqueza artística, simboliza la profunda espiritualidad teresiana que impregna Peñaranda. La presencia de las Carmelitas Descalzas y la conservación de este patrimonio reflejan la influencia perdurable de Santa Teresa en la vida religiosa y cultural de la villa.
En tiempos recientes, la veneración a Santa Teresa ha cobrado nueva vida. En mayo de 2025, sus restos fueron expuestos al público en Alba de Tormes después de más de un siglo, atrayendo a una multitud de peregrinos de todo el mundo.
Este contexto es propicio para poner en valor la presencia, en el Carmelo de Peñaranda, de una reliquia de primer orden: una mejilla de la Santa, custodiada en un impresionante relicario de cristal de roca y plata dorada. A ello se suman dos cartas autógrafas que enriquecen aún más este patrimonio de incalculable valor.
Peñaranda de Bracamonte, con su historia entrelazada con la de Santa Teresa, nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar y honrar nuestro patrimonio espiritual y cultural. La villa no solo conserva tesoros artísticos, sino que también mantiene viva la llama de una fe que, siglos después, sigue iluminando el camino de muchos.
En un mundo que a menudo busca respuestas en lo efímero, el legado de Santa Teresa y su huella en Peñaranda nos recuerdan la trascendencia de la espiritualidad, el arte y la memoria compartida.
Fernando Hernández Castilla