Virginia Sánchez¿Se han preguntado alguna vez cuántas personas relevantes de nuestros pueblos, décadas y siglos atrás, han marcado a generaciones en las ciencias, en la cultura y en los distintos campos del saber? Sin embargo, los nombres de la mayor parte de esas personalidades de la llamada microhistoria no suelen estar integrados en las enciclopedias. Y, si pensamos en las mujeres destacadas de nuestro día a día, esa ausencia en los libros de historia es aún más acusada.
Hoy, 3 de diciembre, me dirijo a ustedes desde Varsovia (Polonia) con motivo de mi participación en un Congreso Internacional sobre mujeres músicas del siglo XIX organizado por el prestigioso Instituto Fryderyck Chopin. Aunque mi intervención estará centrada en una escritora y música amateur que formó parte del círculo sociocultural más selecto del París decimonónico, quiero aprovechar para reflexionar, junto a ustedes, en torno a una idea. Cada uno de nosotros ha aprendido de maestros y maestras, ha sentido inspiración de profesionales de diversos ámbitos intelectuales y, aunque sus nombres no lleguen, quizá, nunca a formar parte de la gran historia, siempre serán más importantes para nosotros que las grandes figuras porque, desde la modestia y la cercanía, forjaron nuestro espíritu.
Que pasen un buen miércoles.
Virginia Sánchez Rodríguez
