Entendemos por respeto el valor que permite a todas las personas, reconocer, aceptar, apreciar y valorar los derechos, ideas y creencias del prójimo. De manera que comportarse con respeto, significa valorar los sentimientos y opiniones de los demás; incluso cuando no estamos de acuerdo con ellos. Respetar no significa coincidir en la opinión del otro, sino que se trata de no ofender a esa persona por sus pensamientos o decisiones. El respeto es uno de los valores morales más importantes del ser humano. Permite la convivencia en una sociedad plural y la aceptación del que es o piensa diferente. Cada vez que actuamos con respeto contribuimos a crear una sociedad más justa y humana, y a la vez hacemos posible un mundo en paz. La falta de respeto ofende siempre, venga de donde venga; y jamás una ofensa, justifica otra. La libertad que yo poseo para expresarme, nunca debe atacar la libertad del semejante que tiene el mismo derecho que yo a ser libre.
En relación a los sentimientos religiosos de cada uno, opino que por más grosera y maleducada que sea una persona, nadie tiene la capacidad suficiente para ofender a Dios. Dios está más allá de nuestro odio. Es el hombre el que se degrada en su naturaleza al ofender la imagen de su propio ser. No es necesario desagraviar a Dios. Es él quien sana y repara nuestras heridas, sobre todo las del alma. Esto no significa que Dios no acoja las ofensas de la humanidad. Más bien al contrario, las hace suyas y las transforma en amor para que nosotros actuemos del mismo modo. Por lo tanto, no es necesario ofender a nadie para defenderse. En la pasada Navidad hemos aprendido del Dios con nosotros, que solo se vencen el mal con el bien.
buenos días Lauren Sevillano