Una simple mirada a nuestro alrededor y no es difícil darnos cuenta de que vivimos rodeados de consumo. El consumismo es la base del sistema económico actual, y para su funcionamiento, necesita ciudadanos y ciudadanas adictos a adquirir bienes que en absoluto son necesarios, ya que se centra en vender y no en ser una economía de producción, como lo fue hasta la revolución industrial.
El consumismo, según la RAE, es la ‘tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir bienes, no siempre necesarios’. Yo sin duda añadiría a esa definición una segunda parte, ‘generando una huella ambiental indudable’. Y es que es un hecho que el modelo actual es insostenible, porque los recursos son limitados, porque no disminuye sino que aumenta la extracción de los mismos del planeta, y porque nuestra población también crece a niveles desmesurados, siguiendo esa curva exponencial presente desde el siglo XIX. Se prevé que allá por 2100 la población haya crecido hasta los 10 mil millones de personas con total seguridad, siendo ahora unos 8 mil millones, y a inicios del siglo XIX se aproximaba a los mil millones únicamente.
Si a ese incremento poblacional exponencial le añades un modelo que necesita que esa población consuma vorazmente, sin duda es inviable. Necesitaríamos 1,7 planetas para el ritmo de explotación de recursos que llevamos. Aparte del daño al medio ambiente, de los continuos desastres naturales o la contaminación, aparece la cuestión de que muchos de esos bienes que consumimos no nos aportan absolutamente nada. Nos hacen creer a través de la publicidad y de los algoritmos masivos que llegan a nosotros que aumentarán nuestra felicidad cuando la realidad es que producen lo contrario, únicamente deseo de tener más e insatisfacción, siendo necesidades totalmente inventadas que sobreponen lo material a lo vital.
Es totalmente necesario reflexionar antes de comprar algo y luchar por un sistema que ponga en alza la utilización de nuestros medios en beneficio de la cultura, del medio natural en que vivimos, de las relaciones sociales, de cuidarnos unos a otros y de la educación, en vez de despilfarrar en beneficio de unos pocos y de un sistema profundamente desigual y engañoso, que no busca el bienestar general sino el beneficio individual. Seamos libres y cuestionemos este tipo de ciudadano que se han empeñado y han conseguido crear a costa de llevarse por delante los valores más humanos.