Manuel Albarrán
Hola Miguel. Se cumplen ya cinco días de los Juegos Olímpicos. Y por lo que veo y leo en los medios especializados y generalistas y en redes sociales, ya se han hecho públicos varios de los defectos de París 2024.
La contaminación del Sena, algún robo deportistas, la polémica de la ceremonia de apertura,… Ahora bien, todo eso son migajas de un gran bizcocho que realmente sale bien. Pero supongo que atrae más hablar de lo malo que de lo bueno. Y en París, 2024 hay mucho bueno.
Hoy te quiero hablar de uno de esas cosas buenas, que además son novedad en estos trigésimos terceros Juegos Olímpicos. Y es el cuidado que se tiene con las familias de los deportistas. En cada evento de cada deporte, hay una serie de entradas, bien dispuestas cerca de pista, para familiares. Son entradas nominales y con identificación.
Gracias a esta novedad de París 2024, los deportistas pueden sentir realmente apoyo y sentirse acompañados por sus más allegados. Y lo pueden estar, justo cuando más lo necesitan, en sus éxitos o sus dolorosas derrotas. Todo está tan bien organizado que las entradas son solo para un evento o un partido concreto.
Hoy por ejemplo he visto como distintos familiares ocupaban esos privilegiados sitios en los distintos partidos de bádminton, que se suceden cada media hora o cuarenta minutos. Esto también permite que los deportistas se acerquen a los aficionados. No son pocos los autógrafos firmados y los selfies hechos por diversos atletas, nada más acabar de competir.
Eso sí, seguro que este acierto de la organización y que hace los Juegos Olímpicos más humanos no ocupan una línea o un minuto en los medios. Al menos nosotros desde aquí sí felicitamos a los responsables de la organización de París 2024.
