Inteligencia artificial

«Puede mejorar la vida cotidiana de la gente en áreas como la salud, la seguridad, la movilidad o la ecología. Pero, también, plantea graves amenazas»
25 de abril de 2024 - 1:58 pm

No hace mucho tiempo que alguien haciendo uso de la inteligencia artificial, suplantó la voz de nuestro obispo don José Luis, para estafar a unas monjas de clausura. ¿De verdad? Sí, cierto.

Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, la inteligencia artificial es una disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana como el aprendizaje o el razonamiento lógico. Es decir, se trata de crear máquinas que pueden pensar y razonar como una persona. Lo sorprendente es que esos aparatos ingeniosos ya están entre nosotros.

Muchos piensan que la inteligencia artificial es el gran desafío para el siglo XXI. Sin lugar a dudas, nadie puede sospechar hoy las consecuencias a medio y largo plazo de las nuevas tecnologías digitales y qué impacto tendrán en la vida de las personas y de la sociedad. Es evidente que esta disciplina científica puede mejorar la vida cotidiana de la gente en áreas como la salud, la seguridad, la movilidad o la ecología. Pero, también, plantea graves amenazas sobre la protección de los derechos fundamentales de la persona de ahí que muchos les preocupa que se garantice un enfoque ético y centrado en la dignidad y respeto al ser humano.

Aterrizando en lo concreto, la inteligencia artificial puede pensar por nosotros, puede sustituir a los profesores, a los médicos, y también a los obreros en sus puestos de trabajo, es capaz de conducir un vehículo, de organizar una casa o de predecir nuestros gustos y deseos, y un largo etc. Pero, ¿qué pasará cuando todo esto caiga en manos equivocadas en el campo de la información, la economía, o la industria armamentística? ¿Estaremos a salvo de la manipulación? ¿Quién controlará nuestros datos personales? o ¿qué pasará con nuestra intimidad?

Son pinceladas y preguntas de lo que hoy es ya una realidad. Ahora lo que necesitamos con urgencia es una regulación de esta materia en sus múltiples formas para que la inteligencia artificial esté al servicio del hombre y de su progreso. El futuro ya es presente y lo sorprendente es que algunos en la Iglesia siguen en otro mundo y no salen del pasado.

Buenos días, Lauren Sevillano

EN DIRECTO

PUBLICIDAD