Buenos mediodías, un martes más, desde los micrófonos de COPE Peñaranda. Estamos a tres días de la festividad de Todos los Santos, a tres días de recordar a quienes ya no están.
Ayer escuchaba en esta radio a nuestro paisano Julio de la Torre hablar de cómo tener buena relación con la cultura de la muerte. Nos compartía cinco pautas para hacer del fin de la vida algo cercano y conseguir hablar de ello en nuestro día a día de forma natural. Y qué casualidad que esa misma mañana, a la espera de mi consulta médica, en el Centro de Salud de nuestra localidad, se sentaba a mi lado una vecina de Peñaranda -alta, guapa, preocupada porque no había ido a la peluquería y en su boca sólo la muerte-. No dejaba de, cómo decía mi abuela, darme el parte de cada día, el pan del que para muchos a diario se convierte en la peor de sus noticias. Yo, como siempre, cuando escucho a esa gran generación, me mantenía atenta y agradecía de poder escucharla y acompañarla, pero claro…qué tema tan poco apetecible ¿no?, y menos en una sala de espera médica. Reconozco que me hubiera gustado hablar de otro asunto, aún así, las preguntas que me inundaron fueron muchas. ¿Hablará de ella porque quizás por edad la tenga más cerca? ¿Hablará de ella porque tiene reciente varias despedidas? Seguramente, ambas sean afirmativas, y si me está escuchando, le digo que yo, que por edad se entiende que la tengo más lejos, y que también arrastro despedidas, la siento igual de cerca. Me gusta que se hable de ella sin miedo y sin rodeos. Sí, sí, de la muerte. Gracias vecina por acompañarme en esa sala de espera, encantada, también, de haberlo hecho contigo.
A ti, que ya te asoma, a ti, que aún te espera lejos y a ti que ya inunda en ti, abrázala, abrázala siempre, como si de la vida se tratara, porque la muerte es vida y ni una ni la otra espera por números ni clases.
Feliz, sí, feliz martes, Peñaranda. Sigamos contando juntos.
Vera Cotelo