En el corazón de la vieja Castilla

«Estoy hablando del campo, del sector primario, de nuestros agricultores y ganaderos, de un puñado de pueblos que deberían levantar su voz»
24 de septiembre de 2024 - 1:55 pm

En el corazón de la vieja Castilla un puñado de casas se erigen como testigo silencioso de los cambios que han marcado la España rural en las últimas décadas. Con sus calles pavimentadas, sus monumentos y su rica historia, esta población ha sido un hogar para generaciones, pero hoy enfrenta un futuro incierto, marcado por la despoblación y la falta de oportunidades.

A medida que el sol se asoma por el horizonte, los ecos de risas infantiles se han ido desvaneciendo. Las plazas, que alguna vez vibraron con la energía de los jóvenes, ahora son testigos de un silencio que pesa. La juventud, en busca de mejores oportunidades, ha emigrado hacia las grandes ciudades, dejando atrás a una población mayor que, aunque rica en sabiduría y experiencia, se siente cada vez más sola. Las historias de vida de los abuelos, que solían ser el hilo conductor de la comunidad, ahora se entrelazan con la nostalgia de un pasado que parece lejano.

La falta de vías de comunicación adecuadas, digitales y de las otras, agrava aún más la situación. Los caminos que conectan esta localidad con el resto del mundo son insuficientes, lo que dificulta el acceso a servicios básicos y modernos, limita las oportunidades de desarrollo. Los jóvenes que quedan se enfrentan a un dilema: permanecer en un lugar que les ha visto crecer, pero que no les ofrece un futuro, o aventurarse hacia lo desconocido en busca de un destino más prometedor. Esta encrucijada se convierte en un ciclo vicioso, donde la marcha de los jóvenes perpetúa el envejecimiento de la población y su desolación.

Sin embargo, en medio de este panorama desolador, hay destellos de esperanza. Algunos emprendedores locales están comenzando a vislumbrar oportunidades. Intentan convertir en atractivo aquello que buscan los que escapan del bullicio urbano. Algunas iniciativas comunitarias de ocio han surgido para revitalizar a la población, promoviendo la participación de los mayores en la enseñanza de oficios tradicionales y la transmisión de conocimientos a las nuevas generaciones. Todos saben que lo que no hagan ellos no pueden esperarlo de nadie. Se sienten olvidados por un sistema pervertido, corrupto y fallido, manejado por mediocres que cercenan la participación de los mejores.

No. No estoy hablando de Peñaranda. Estoy hablando del campo, del sector primario, de nuestros agricultores y ganaderos, de un puñado de pueblos que deberían levantar su voz de una vez por todas, porque es lo único que les queda. Se han sacrificado por toda España y solo han recogido pobreza, menosprecio e insultos. ¿Hasta cuando? ¡Ale, a pensar! hasta otro día.

EN DIRECTO

PUBLICIDAD