Febrero, amor y máscaras: este fue el título, de la primera publicación que hice en esta cadena y la primera como periodista. Ahora, hace ya dos años de aquel día en el que mi opinión empezó a tener voz y mi vocación empezó a dar sus frutos. Tal vez parezca egocéntrico, pero en esta ocasión me dirijo a vosotros para hablaros de mí, y es que, aunque algunos ya me conocéis, en estos dos años, nunca os he hablado de quien soy. Puede ser que a veces mis palabras os hagan pensar e imaginar cómo soy yo, mejor dicho, como es esa parte de mí, que fabrica los breves tiempos en los que me dirijo a vosotros.
Empezaré por el principio, cuando una pequeña niña, con un mando de televisión en la mano, que hacía las veces de micrófono, se dirigía a su familia presentando programas y galas imaginarias. La misma niña que tan solo escribía en un cuaderno lleno de pegatinas, para dar forma a los pensamientos que a veces le atormentaban, una niña que creció viendo la serie “Cuéntame cómo paso” fascinada por las grandes aventuras que vivía Toni Alcántara como periodista. Una niña que dio paso a una adolescente que, como cualquier otro, en ocasiones se perdía sin rumbo buscando su lugar en esta vida. Una adolescente que descubrió en las letras de su cuaderno que, escribir le daba sentido a todo porque aquello era el motor de su vida, y que dio forma a todas aquellas cosas que le fascinaban de niña descubriendo el PERIODISMO.
Recuerdo que una tarde, le dije a mi abuela: “yo quiero ser periodista”, esa fue la primera vez que mis pensamientos materializaron algo que tan solo estaba en mi subconsciente. Poco después, ya sabía dónde estudiar, todo empezó a tener forma, tenía todo claro, mis padres me apoyaron siempre, y no sé si alguna vez lo pensaron, pero nunca me llegaron a decir esa famosa frase que dicen sobre el periodismo y sus salidas. Pasaron los años y después de algún que otro golpe, logré cruzar las puertas de aquel lugar diseñado al milímetro para hacer realidad todos mis sueños, la “Facultad de Comunicación de Salamanca”. Poco después de aquel día, Miguel se puso en contacto conmigo y me dio mi primera oportunidad, dos años después aquí estoy contándoles mi historia. Hoy miro atrás y a veces no me creo lo rápido que ha pasado todo, veo lo que he evolucionado y siento que todo ha merecido la pena.
Ahora, tan solo me queda seguir avanzando y por supuesto, darle las gracias a todas las personas que han seguido junto a mí en este camino, a mi familia, a mis profesores, a mis amigos, a Miguel por darme voz y enseñarme. Y por supuesto a todos los que ahora me estáis escuchando. En especial a una oyente que seguramente ahora mismo habrá dejado lo que estuviera haciendo, para sentarse en una silla al lado de la radio, que siempre tiene puesta, para escuchar atentamente mis palabras, siguiendo esta historia, a pesar de que ella ya la sabe entera, porque ha sido la parte más importante en todo momento, gracias Abuelita.
Después de todo esto, no me puedo despedir de vosotros sin dar una enseñanza, como en cada una de mis firmas. Por eso hoy tan solo pido a todos aquellos jóvenes y niños que me escuchen, que persigan todos sus sueños, porque en esta vida estamos de paso y solo nosotros somos los responsables de hacer que nuestro paso quede marcado.