Hoy estoy aquí, en Madrid, pero con la cabeza y el corazón puestos en mi tierra, en Peñaranda y en sus campos de cereal. Porque detrás de cada hectárea sembrada hay familias, esfuerzo, madrugones, tractores al amanecer, y sobre todo, un amor inmenso por el campo. Este año, aunque la cosecha sea buena, los números no salen: los costes suben sin parar y los precios no acompañan. Muchos agricultores trabajan para perder dinero. Y aun así, seguimos sembrando porque creemos en lo que hacemos.
Por eso estamos aquí, para reclamar lo que es justo: ayudas directas para poder seguir produciendo, eliminar aranceles que solo encarecen los fertilizantes y frenar la entrada descontrolada de cereal de fuera. Defender nuestro cereal es defender Peñaranda, su economía, sus pueblos, sus gentes y el pan de cada día. Si el campo cae, cae todo lo demás.»