Hay gente que tiene la sensación de que la vida es un viaje. Un destino, un final.
Pocos se percatan de que la vida es un eterno retorno. Un volver. Retornar.
Cuando percibes este matiz te das cuenta que tan sólo hay que vivir, pues la vida te pondrá en su sitio siempre: El ahora.
El viaje te lo provoca la mente y tu cuerpo en su deterioro te hace tener la sensación de pérdida.
Vivir en la etrenidad, único tiempo y dimensión de la vida supone darse cuenta de que el movimiento es sólo una errónea percepción.
Que hemos sido y somos siempre lo mismo, inmutables, en esencia peremnes, es la convicción más transformadora.
Cuando la muerte nos visita y la creemos un fin y el nacimiento un principio perdemos la perspectiva de que ambas no son más que la misma circunstancia, el sello del tiempo que nos atrapa y en el que vivimos no nos deja percibir la Verdad.
Y cuando la luz penetra en tu vida e ilumina la VERDAD tomas conciencia de que no te has movido nunca del sitio. Que el AMOR qué eres siempre está y estará, pues es tu esencia y naturaleza.
Vivir desde el AMOR que somos y nos creó en la eternidad para que, como Él, podamos percibir esa VERDAD en toda su dimensión.
Vivir en la línea del tiempo o hacerlo en la Consciencia de la eternidad no es una opción, es una Gracia que se te da siempre que quieras y siempre que estés dispuesto a volver a empezar dejando que el AMOR nos reinicie una vez más, una y otra vez y volver a empezar y en cada reinicio dar las gracias por la oportunidad.
Vuelve a la casilla de salida siempre.