Cuando me pongo a pensar sobre que hablar en este espacio de tiempo, muchas veces sé que temas abordar, pero, sorprendentemente, otras, se me hace difícil encontrarlos. Podría ser que la inspiración jugase en mi contra, o tal vez esas musas de las que tantas veces se habla, no aparezcan en mi cabeza. Sin embargo, la verdad es que suceden tantas cosas a nuestro alrededor, y todas tan importantes, que me resulta muy difícil abordar todos esos temas en tan poco tiempo.
La realidad es que, aunque abras los periódicos, las webs de noticias, escuches la televisión o la radio todos los días, parece que nada cambia. Los temas que se tratan siempre son los mismos. Tal vez los protagonistas cambien, pero las noticias sobre tragedias o insatisfacción social parecen haberse adueñado de los medios de comunicación.
Es cierto que el fin del periodismo, en sí mismo, es informar a la sociedad de todo lo que pasa de manera sincera y sin adornos. Pero… ¿qué fin tiene en periodismo en la sociedad? No sirve de nada que los periodistas nos dediquemos a contar lo que sucede si los receptores de esa información se han convertido en simples aceptantes, aceptantes de todo aquello que se les cuenta, independientemente de si lo consideran injusto o no. Tal vez, en ocasiones, la única reflexión que se haga sea a cerca del periodista que narra la noticia, pues vivimos en una sociedad en la que los “buenos” son quienes nos dicen lo que queremos oír, mientras que los “malos” son los que nos sacan de nuestra zona de confort.
No sirve de nada que haya gente dedicada a contarnos la situación que nos rodea si nadie hace nada por cambiarla. El periodismo no sirve para enfrentar a la gente, no debería ser un arma de destrucción de los contrarios. El periodismo debería ayudar a la sociedad a mejorar, porque el propósito de informar, es ofrecer todos los datos necesarios para generar en la ciudadanía criterios propios que les permitan actuar en busca de un cambio.
En este pequeño espacio de tiempo, con tan solo unos párrafos, no pretendo cambiar el mundo, pues eso es muy difícil. Pero sí pretendo aportar mi pequeño grano de arena, porque cada uno puede hacerlo. Y sí todos guardamos nuestro grano de arena, la montaña jamás crecerá.