El gobierno de ‘los mejores’

«El aspecto fascinante de la democracia ateniense era su enfoque en la selección de los "mejores" para gobernar»
28 de enero de 2025 - 1:55 pm

En el corazón de la antigua Atenas, hace más de dos mil años, se gestó un sistema político que sentaría las bases de lo que hoy conocemos como democracia. Imaginemos una mañana soleada en la Ágora de Atenas, donde los ciudadanos se juntan para discutir y decidir sobre asuntos cruciales de la polis. La participación era directa: todos los hombres libres atenienses podían asistir a la asamblea y votar sobre leyes y políticas. La idea de que cada ciudadano tuviera voz y voto en la toma de decisiones era revolucionaria.

En las democracias modernas ha tomado protagonismo el principio de representación. En lugar de que todos los ciudadanos voten directamente sobre cada decisión, eligen a representantes que actúan en su nombre. Este sistema permite una gestión más eficiente en sociedades grandes y complejas, donde la logística de reunir a millones de personas para votar sobre cada asunto sería impracticable.

Pero el aspecto fascinante de la democracia ateniense era su enfoque en la selección de los «mejores» para gobernar. Incluso tenían métodos para evitar la corrupción y la concentración de poder en manos de unos pocos. Había pocas dudas sobre la competencia y la capacidad de quienes ocupaban esos cargos.

En contraste, las democracias actuales se basan en elecciones competitivas, donde los candidatos no suelen demostrar su capacidad ante el electorado, sencillamente porque no la tienen, salvo excepciones. Este sistema permite que los ciudadanos elijan a aquellos que consideran más aptos para liderar, pero sin ninguna garantía; deciden las campañas políticas polarizadas y a la influencia del dinero en la política, como acaba de suceder en Estados Unidos.

La democracia ateniense priorizaba la calidad de la representación. Las democracias modernas, por su parte, luchan con la desconfianza del electorado, y la desinformación. Y así nos va. El ideal de una ciudadanía activa y comprometida sigue siendo un solo un deseo.

La democracia ateniense ofreció lecciones valiosas sobre la participación ciudadana y la gobernanza. Nos enseñó sobre la importancia de la voz del ciudadano. En última instancia, la búsqueda de los «mejores» para gobernar sigue siendo un objetivo compartido, aunque los métodos para alcanzarlo parece que no evolucionan con el tiempo. La historia nos invita a reflexionar sobre cómo podemos aprender del pasado para mejorar nuestro presente y futuro democrático. Bueno, hala, hasta otro día.      

Higinio Orgaz

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